De la "Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya"
Galardonado con la "Creu Sant Jordi" 2008
Tras la pandemia por la Covid-19, y el fin de las necesarias, aunque engorrosas, medidas de aislamiento y protección para evitar su propagación, es muy probable que cambien los patrones de conducta social y económica, a que estábamos acostumbrados. Esta crisis se ha comparado con la crisis financiera del 2008, pero, al margen del empobrecimiento de la población, hay notables diferencias entre una y otra.
Así como ejercitamos nuestros músculos y practicamos estilos de vida saludables, debemos cuidar nuestro cerebro para que esté en optimas facultades. La memoria no sólo la necesitamos para los exámenes, sino que nos ayuda a recordar quiénes somos, nuestro entorno y qué hemos vivido. Los buenos hábitos nos favoreceran a nuestra memoria y a nuestra calidad de vida.
La visión, y la elaboración de la imagen, es una de las cualidades del cerebro. El interés humano por saber, la curiosidad, es el pilar de la supervivencia como especie y nos permite adueñarnos de la naturaleza para modificarla en provecho nuestro. La imagen es, quizá, el mejor útil para domesticar el entorno físico y social. Mediante ella incorporamos a la memoria y al conocimiento la realidad externa a nosotros. Hace 2.500 años, en Grecia, Demócrito de Abdera explicaba que “pensar es lo mismo que percibir, pues ambas cosas provienen de la misma facultad”. La visión determina las imágenes internas del pensamiento, los recuerdos y gran parte de los sueños.
El cerebro humano se formó a lo largo de la evolución animal por el desarrollo tanto en volumen como en cambios estructurales, y también por la acumulación de adaptaciones anatómicas y perceptivas que determinan la forma de pensar de los humanos. La creatividad científica es fruto de la curiosidad propia de los primates, las humanas capacidades para el análisis, elaboración de hipótesis y necesidad de conclusiones a fin de transformar la naturaleza a nuestras necesidades, el pensamiento causal, la existencia de excedentes económicos y de la búsqueda de alivio al dolor como mayor signo de civilización.
La existencia de la humanidad es fruto del azar. Dentro del vasto universo es un hecho accidental y fortuito, si bien de gran interés para nosotros. Surgimos tras una larguísima evolución, de la que nada ni nadie podía inferir adónde se dirigía porque la evolución no tiene rumbo.
Somos muy antiguos, en el más insignificante gusano existe ya el germen de lo que luego fueron los animales vertebrados y más tarde los mamíferos y los humanos. Ha sido una historia de extinciones y supervivencias difíciles, a menudo crueles. La mayoría de las especies que aparecieron en la Tierra ya han desaparecido, sobrevivir cien o doscientos millones de años nunca fue garantía de perpetuidad. Nuestra especie apareció hace unos doscientos mil años. La raíz es muy antigua, pero el fruto humano es reciente.