De la "Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya"
Galardonado con la "Creu Sant Jordi" 2008
Oliver Burston via Getty Images
La visión, y la elaboración de la imagen, es una de las cualidades del cerebro. El interés humano por saber, la curiosidad, es el pilar de la supervivencia como especie y nos permite adueñarnos de la naturaleza para modificarla en provecho nuestro. La imagen es, quizá, el mejor útil para domesticar el entorno físico y social. Mediante ella incorporamos a la memoria y al conocimiento la realidad externa a nosotros. Hace 2.500 años, en Grecia, Demócrito de Abdera explicaba que “pensar es lo mismo que percibir, pues ambas cosas provienen de la misma facultad”. La visión determina las imágenes internas del pensamiento, los recuerdos y gran parte de los sueños.
Tengo una fotografía con mi nieto, a las dos semanas de nacer, en la que tenemos las miradas cruzadas, me observa directamente a los ojos mientras yo le susurro unas palabras. Casi recién nacido podía discriminar muy poco de las imágenes del entorno, no obstante el estimulo emocional de la información, del conseguir saber que era aquello que le hablaba, tenía ya la fuerza necesaria para que sus ojos abiertos orientaran la mirada en busca de respuestas a las preguntas que se hace el cerebro del bebé. La respuesta es una imagen. Desde pequeños precisamos de la imagen para captar y comprender el mundo que nos rodea.
El autor con su nieto Pau, de dos semanas de vida, cruzándose la mirada.
En el zoo se muestran imágenes de dibujos en los que no es posible distinguir lo que ha pintado un niño de unos dos años a lo pintado por un simio.
En la infancia tenemos el gusto por el dibujo y los colores, primero haciendo grandes trazos con un lápiz, mas tarde rellenando de color los espacios de un cuaderno o de una pared. En el zoo se muestran imágenes de dibujos en los que no es posible distinguir lo que ha pintado un niño de unos dos años a lo pintado por un simio. Algunos primates no humanos tienen notable habilidad en combinar las líneas de colores sobre el papel, incluso son capaces de explicar el significado de los trazos, que se refieren a otros individuos o a golosinas, si pueden comunicarse mediante un sistema informático de pictogramas. Recuerdan a los petroglifos del paleolítico. Son sistemas de aprehender la realidad y plasmarla en el artificio del dibujo.
El cerebro humano capta la imagen a partir de la llegada de haces de luz a los ojos, donde se proyectan sobre la retina en la pared posterior del ojo y de allí los estímulos lumínicos se transfieren como señales eléctricas, a través de vías nerviosas especificas a la parte de la corteza cerebral encargada de la recepción visual, en las áreas occipitales o posteriores del cerebro. La corteza visual contiene zonas distintas para apreciar las distintas cualidades de la imagen. Hay estructuras neuronales para percibir la idea general de los que estamos viendo, otras para la visión tridimensional, para la ubicación del objeto en el espacio, para su color, para la forma y para el movimiento.
Los humanos necesitamos la imagen a fin de ordenar nuestra experiencia física y social.
Además, las distintas estructuras distribuyen la información hacia las áreas cerebrales de asociación de estímulos, donde se relaciona la imagen visual recién llegada con información procedente de la memoria. Así se consigue el conocimiento subjetivo y emocional, integrando la percepción completa y consciente del objeto. Por ejemplo, si nos muestran una foto de una reunión familiar, en la que se ha trucado la cara de algún componente, nos costará mucho fijarnos en el error, pues el trabajo cerebral de conjunto lo habrá diluido en el contexto de aquel evento que refleja la foto. Pero si extraemos e individualizamos al falso personaje lo reconoceremos sin titubear. Otro ejemplo, nadie puede ver al mismo tiempo las dos caras de una manzana si no es con la ayuda de un espejo, pero todos reconocemos a la manzana esférica sin necesidad de darle la vuelta. Y aún, si el lector observa un campo en otoño verá una extensión de terreno bordeada de árboles con el ocre en las hojas, pero si el observador es un adicto a la caza sabrá identificar a las perdices en un rincón del campo. La consciencia modula e interpreta la visión de conjunto de la imagen en función de nuestra experiencia, nuestros intereses y del marco general en que se encuentra.
Los humanos necesitamos la imagen a fin de ordenar nuestra experiencia física y social. Obsérvese que incluso en los sueños la imagen es mas frecuente que la palabra. La imagen, el olfato y las señales acústicas son los sistemas de información animal más básicos. Los mamíferos los utilizan de forma prolija para la consecución de alimento, apareamiento y defensa frente a predadores. Tras el largo curso evolutivo, los humanos hemos perdido gran parte de la capacidad olfatoria, transformando éste sistema en el aparato emocional, de ahí que los olores y las emociones vayan tan parejos. En cambio, hemos desarrollado ampliamente las capacidades para la comunicación hablada y para la captación de imágenes visuales. Sin la palabra no hubiéramos podido desarrollar la cultura y la tecnología que caracteriza la civilización humana. Pero antes que el lenguaje verbal precisamos de la imagen para comprender la realidad en nuestro cerebro, en la consciencia.
En tanto que la vida es incertidumbre precisamos conseguir seguridades para poder sobrevivirla.
La imagen sirve para ordenar el entorno y la experiencia personal, para poner orden en el caos. En tanto que la vida es incertidumbre precisamos conseguir seguridades para poder sobrevivirla. La imagen nos ayuda a domesticar lo que deviene a nuestro alrededor. Lo domesticado asusta menos, es más familiar. Se pintan animales para hacerlos fáciles de atrapar, se erigen estatuas de los dioses a fin de que sean menos temibles y se les pueda implorar favores, e incluso en la vida moderna necesitamos fotografiar, filmar o reproducir de alguna forma lo que vemos alrededor. Para muchas personas lo importante de un viaje son las fotos o los videos que luego le permitirán familiarizarse con lo que se vio, de forma parecida a como los cazadores de Altamira necesitaban plasmar las imágenes de los animales de su entorno, y así poderlos cazar sin miedo. Antes de abatirlos con las flechas los habían cautivado en las pinturas.
Tanto la magia como el conocimiento tienen la imagen como útil necesario. La curiosidad humana, propia de todos los primates, abrió el lento camino del conocimiento científico. En los albores de la humanidad, la primera tecnología, requería un trabajo concienzudo para romper los cantos a golpes, a fin de conseguir lascas cortantes que sirvieran para cortar la piel y la carne de los animales muertos. La pericia del artesano debió fundamentarse en tener una imagen mental previa de lo que se pretendía conseguir, basada en experiencias e informaciones anteriores, luego en el control visual de la imagen de la piedra a medida que se iba laminando. Mientras con los dedos reseguía el borde cortante del instrumento de piedra, la mirada ajustaba lo que debía ser la imagen deseada. El futuro de aquel individuo, su éxito o fracaso en la vida, radicaba en conseguir la mejor eficacia del triangulo visión-imagen -habilidad manual.
Aún hoy lo podemos observar en los niños cuando empiezan a preguntar el porqué de las cosas, prosiguiendo con un porqué tras otro.
Desde sus orígenes los humanos han deseado encontrar respuestas a los problemas y a los interrogantes que nos muestra la naturaleza, necesitamos encontrar soluciones creíbles, a pesar de que puedan no ser ciertas, o magia o ciencia. Aún hoy lo podemos observar en los niños cuando empiezan a preguntar el porqué de las cosas, prosiguiendo con un porqué tras otro. La humanidad tardó muchos milenios en conseguir la difusión del pensamiento científico, y aún son muchas las gentes que se sienten satisfechas con una explicación mágica a los interrogantes que dicta la naturaleza.
La humanidad es una larga historia de fantasías, tristezas y alegrías. Somos adaptación evolutiva de muchas capacidades: resistencia a la adversidad, razonamiento analítico, ansia de placer, búsqueda de belleza, sociabilidad, contención de impulsos egoístas, ansia de perpetuación, necesidad de sentirnos seguros. A menudo fracasamos en el empeño, pero en general conseguimos rehacer el equilibrio. Si hemos perdurado y desarrollado tanto como especie es porque no sucumbimos fácilmente, nos cuesta rendirnos.
La imagen fue instrumento de familiaridad del humano con la naturaleza, con ella el cerebro fue forjando gran parte de las cualidades de la consciencia. “Poder ver algo” siempre fue un signo de conquista científica, equivalente a la demostración matemática. Además, la imagen nos proporciona algunos de los grandes momentos de placer que puede depararnos la vida, sea una imagen familiar, un paisaje otoñal en puesta de sol, o la creación plástica fruto de la capacidad artística del cerebro.